sábado, 19 de enero de 2008

DECIRLO EN ALTO

Triste, extraño, melancólico tal vez, agobiante y cansado. Tras pasar la noche en vela y dormir cuatro horas, a las ocho suena mi despertador, llego a casa a las dos de la universidad, enciendo mi ordenador y en negro, a formatear, a instalar... páginas repletas de palabras que se esfuman, fotos que se pierden y sentimientos escritos irrecuperables.

Impotencia y rabia mientras pierdo cosas que nunca recuperaré, instalo, reinstalo y hago un repaso mental de lo perdido en el camino, menos mal que la última copia no estaba tan lejana.

Pero el día de hoy no solo conllevaba esta grata sorpresa, mis pensamientos no dejan de dar vueltas en mi cabeza y es que hay cosas que auguran esperando una respuesta que tal vez esté ya dada. Hay cosas que no se si llegarán y para las que he decidido cerrar los ojos y guardarlas en un rinconcito pequeño, pues ya causaban demasiado dolor.
Parece ser que las palabras no cobran sentido hasta que no las dices bien alto y cuando salieron de mi boca vi el cristal con una gran transparencia, quizá una transparecia cuya luz que deslumbraba hería a mis ojos, pero al fin de al cabo una transparencia clara y real.

Aún así yo sigo aquí, gracias a esas personas que me abrísteis un poco los ojos.

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