lunes, 20 de junio de 2011



Llámame pecador, o llámame santo, llámame el favorito o el peor, ya me da igual, porque la indiferencia se ha hecho en mí, ya no me puede doler nada, pues estoy hecho de metal.


Podrás golpearme cuanto quieras que no me romperé, el daño se ha hecho carne en mí.


Puedes ignorarme o despreciarme, podrás pisarme o desafiarme, he vivido mucho y tus actos ya me dan igual, mi sensibilidad se ha hecho coraje.


Yo soy un mero mediador en esta batalla, el escudo donde se escupen todas las miserias,el blanco de los golpes y el grito sordo del que no quiere oír, naufragando en un mar ahogado.