BONITA PRÁCTICA.

El jueves me quedé perpleja, estamos haciendo una práctica de observación de grupos y elegimos una clase de apoyo de niños de diferentes culturas; principalmente marroquíes.

Cristina y yo fuimos las encargadas de llevar a cabo dicha observación, tras 40 minutos de autobús llegamos al centro de la mujer y nos encontramos como verdaderas psicólogas; analizando, observando, como peces en el agua. Las niñas nos miraban con extrañeza, pero a la vez con acogimiento, se sorprendían de que no hablaramos, de que no participásemos con ellas, en cierto modo, querían hacernos partícipes de sus historias y juegos, pero nuestro trabajo se limitó a la observación.

Tras la segunda consulta con la profesora y comprobar que le fascinaba dicho proyecto, el jueves acudimos a la segunda observación, ya de una manera más relajada e incluso integrándonos con ellos en la clase.

Increíblemente las niñas nos hicieron una acogida para mí super cariñosa, nos hacían testigos de sus problemas, de sus historias, incluso partícipes de sus juegos.

Se leía en sus ojos la falta de atención, la necesidad de un incesante mimo y entendimiento, eso me provocó muchísima ternura, nos sacaron una sonrisa continua, al final acabamos envueltas en una próxima fiesta con regalo incluido, y apenadas porque no volveríamos, las niñas superilusionadas nos incluían en sus planes y nos provocaban confianza.

¡Qué ternurica!