
La Fotografía de difuntos es una práctica que nace casi con la misma fotografía (un 19 de agosto de 1839) en París, Francia, pero luego se extiende rápidamente hacia otros países.

Una de las teorías que tratan de explicar este fenómeno social argumenta que se desarrolló en una época en que la fotografía no era habitual ni estaba popularizada como en el presente, de tal modo que mucha gente moría sin haber podido ser retratado en vida. De ahí que muchas familias desearan fotografiar "post mortem" a sus seres queridos para que todo el mundo supiera que esa persona había pertenecido a aquella familia. Después, a lo largo del siglo XX esta práctica se iría paulatinamente abandonando, gracias a la "democratización" de la fotografía; aunque sigue estando presente en ceremonias reales y velatorios de personajes públicos de la sociedad: artistas, políticos, etc. y, con una función diferente, en el ámbito forense.












